Satánico,
matón y amigo de políticos
Parte I
Se dice llamar Felipe García Montiel.
Su testimonio
está en YouTube. No es un testimonio como muchos, donde aparecen los
predicadores en persona; aquí es sólo audio. Es decir, Felipe García Montiel no
aparece para nada; por lo tanto, no sabes cómo es.
Durante su testimonio se ven muchas imágenes, pero éstas fueron usadas,
por quien subió el audio a Internet, sólo para apoyar el monólogo.
Por cierto, antes de transcribir totalmente las palabras
de Felipe García Montiel, habría que resaltar que el testimonio tiene casi 15
años de que se grabó, y aunque en el mismo se dan nombres y hechos que sí
existen, también hay incoherencias. Pero al final de cuentas,el lector es quien tiene la última palabra.
Mi testimonio comienza con la lectura de
Romanos 6:23
Mi
nombre es Felipe García Montiel. Yo nací en una iglesia católica donde se
realizaba todo tipo de ritos A la edad de 14 años, mi madre estuvo a punto de
matarme por la espalda; con una tijera. Una vecina tomó la mano de mi madre, y
yo pude salir huyendo de mi casa.
Al salir a la calle, me encontré en el mundo,
buscando en el mundo la paz que en mi casa no podía
encontrar.
Pero lo
peor: Me encontré con los vicios, con la
droga, el alcohol y la
delincuencia.
A una edad de 14 años tenía que robar para sostener mi vicio.
A
la edad de 15 años, por robarle a un pagador,
tuve que asesinarlo.
Era la primera vez que yo mataba a un hombre, siendo un niño.
Yo
fui creciendo con un odio hacia mis padres. Hasta llegar a un momento de que
yo, drogado, quise asesinar a mis padres. Pero la voluntad de Dios no era esa.
A
la edad de 16 años volví a cometer el segundo homicidio. Fue, entonces, por
primera vez, que caí en una cárcel. De esta cárcel salí huyendo, junto con otro
amigo; fue una fuga. En la huida recorrimos muchos Estados, hasta
llegar a Guadalajara. Aquí cometimos un asalto. La Policía iba tras de
nosotros, pero nosotros nos escondimos en una residencia muy lujosa. Ahí, estando
escondidos, le dije a mi amigo que la Policía había pasado de largo, y que no
nos habían tomado presos. Pero de repente, detrás de nosotros, escuchamos un
corte de cartucho. Volteamos, y nos encontramos con gente
armada; no eran policías, sino guardianes de esa residencia. Nos preguntaron
que quiénes éramos. Y nosotros contestamos que éramos asaltantes. Y nos
dijeron que nos iban a llevar con su jefe.
CON
RAFAEL CARO QUINTERO
Cuál
fue mi sorpresa, que ese jefe era nada menos que el señor Rafael Caro Quintero,
un narcotraficante que está, en la actualidad, en la cárcel de Almoloya de
Juárez.
Cuando
llegamos a ese lugar, Caro Quintero nos preguntó que quiénes éramos. Y nosotros
les dijimos que éramos asaltantes. El no lo creyó, porque íbamos armados.
Y
comenzó a interrogarnos.
Nos dijo:
—Los asaltantes no se meten a mi residencia.
Ustedes son mandados por alguien para que me asesinen. Mi amigo con temor,
comenzó a decir... —Yo no he matado a nadie.
Y me miró a mí, y dijo:
—Pero
este, mi amigo, ha matado a dos.
Caro
Quintero me puso al lado de un guarda espalda y me dijo:
—Si
eres hombre, realmente, mata a este hombre que está a mi lado.
Para
mí fue fácil tomar el arma, y pegarle un balazo en la frente. Pero lo que mas
impresionó a Caro Quintero, fue que cuando este hombre cayo al suelo, yo me
agaché, y empecé a beber de su sangre.
BEBIENDO
SANGRE HUMANA
Porque
déjeme decirle, mi hermano y amigo, que no había una droga más fuerte -ni la cocaína, ni la heroína-, que el
tomar un vaso de sangre humana.
Mi
vida daba un giro de 360 grados (sic) desde ese momento. Y desde ahí, no
cumpliendo los 17 años, me convertía yo en el pistolero y guardaespaldas
personal de Caro Quintero.
Empezó
mi vida a cambiar. Empezamos a traficar con armas, con droga; los viajes constantes
de Medellín y Cali, Colombia, hasta Nebraska, Estados Unidos.
Tres
años y medio duró mi trabajo con Caro Quintero.
A los tres años y
medio, Caro Quintero cayó en la cárcel, y yo regresé a México, pues radicaba en
Los Ángeles, California. Allá, en Los Ángeles, era jefe de un banda
del barrio del Bronx, distribuidora en gran potencia de armas y de droga. Cuando llegué, nuevamente,
a la Ciudad de México, le dije a la gente: “Yo voy a ser el jefe, porque
conozco todo el negocio”.
CON
LOS ARELLANO FÉLIX
Empezamos
a formar una nueva banda, la cual se componía de 32 miembros. Entre ellos se
encontraban Daniel Arizmendi (“El Mochaorejas”), los Arella- no Félix, un hijo
del ex-Gobernador, Agustín Acosta Lagunes, de Veracruz.
PACTO
CON SATANÁS
Empezamos
a trabajar duramente, pero yo quería tener poder; quería tener grandes cosas.
Así que por primera vez, mi vida daba otro giro tremendo, porque yo tenía un
pacto con satanás.
Satanás
no es como lo describe la Biblia (sic).La Biblia lo describe como un dragón
abominable; así es. La gente lo describe como alguien que trae
un trinche y una cola, pero la Biblia lo describe claramente como una
serpiente; un dragón abominable que es para destrucción. Yo hice este pacto con
satanás, vendiéndole mi alma, para poder tener poderío. Con el tiempo, satanás
me fue pidiendo tributos.
La
banda que yo tenía se llamaba “Los Satánicos”, y empezamos a trabajar
fuertemente. Y veíamos que las ganancias iban subiendo constantemente.
CON
“LA QUINA”
Llegamos
a Tampico, y ahí contactamos con Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”. “La Quina”, siendo
compadre de Caro Quintero, me contrató como su pistolero, diciéndome
que en el sureste del País había gente que le debía dinero, y que no podía
cobrarles. Que
él había enviado gatilleros para que los liquidaran, pero que los gatilleros no
habían podido cumplir con el trabajo.
Me dio la lista de las
personas que tenía que visitar, y comencé con Juan Osorio López, ex–Presidente
Municipal de Coatzacoalcos, Veracruz. En su residencia, se le dio un balazo en
la cabeza.
Los
periódicos, la televisión y la radio dijeron que había sido un suicidio. Pero a Juan Osorio
López se le encontró, en la mano izquierda, una pistola calibre 380, y en el
lado derecho de la cabeza tenía un balazo calibre 38.
Era increíble pensar
que era un suicidio.
En
Nachital (inaudible), Veracruz, se le fue a cobrar la deuda a Felipe y a
Francisco Baldera, dos lideres petroleros de la Sección 11.
No
quisieron pagar completa la deuda, y tuvimos que hacerles también un trabajo.
Posteriormente,
nos trasladamos al Estado de Tabasco, y allá, en Acuzpana, Tabasco, se ejecutó
de un balazo en la cabeza a Derin (inaudible) Falcón Méndez, un líder petrolero
que se decía ser cristiano.
Hermano,
yo te quiero decir que el ser cristiano no es nada más llegar a una iglesia, y
sentarse, y tomar la Biblia y cargarla debajo del brazo. Porque también los
hijos del diablo traen Biblia debajo del brazo.
El ser cristiano es
orar, ayunar, vivir La Palabra, y hacer lo que Dios nos manda hacer, conforme a
su Palabra.
Derin
Falcón sufrió este asesinato por orden de “La Quina”. Posteriormente,
regresamos a Tampico, y aquí le entregamos las cuentas a “La Quina”. Cuando yo quise dejar
de trabajar con “La Quina”, él me pidió un último trabajo, y nos trasladamos a
la Ciudad de México.
CON
SALINAS DE GORTARI
En
la Ciudad de México fuimos nada menos que a la dirección general de Programación
y Presupuesto, y ahí nos encontramos nada menos que con el padrino de Sinaloa.
Un
hombre que era muy conocido, y en la actualidad es llamado “El Doceavo
Caballero de Colón”. ¿Su nombre? Carlos Salinas de Gortari. Carlos Salinas de Gortari
era director general de Programación y Presupuesto.
Cuando
“La Quina” lo amenazó, diciéndole que él no iba a ser Presidente, al poco
tiempo, cuando Salinas llegó a la Presidencia, al primero que metió a la cárcel
fue a “La Quina”. Nosotros
tuvimos que huir a Estados Unidos; a traficar nuevamente con armas y drogas. El negocio iba
subiendo. Pero había algo. Algo que a mí me faltaba en la vida: El conocimiento
de la verdad, el conocimiento de Cristo; el sentir el amor y la misericordia de
Dios.
Continuara… PARTE II
Fuente revista Centinela julio /12 (disponible solo en PDF)