Los valores más exquisitos que tenemos no los podemos perder; es más, es en estos tiempos, a lo que más les daremos relevancia para realzar el potencial. Estos son: el amor, la esperanza (entremezclados con nuestros sueños) y la fe, que llega y se expande a lugares que no nos alcanzamos a imaginar.
Uno, va entremezclado con el otro, llegando a ser el potencial más poderoso que podemos tener dentro de nosotras mismas. Y es a la vez es el que más se extiende hacia los demás.
No se puede enfriar el verdadero amor que es el que se da sin reservas; vemos tristemente que en la sociedad se levanta la indiferencia y la individualidad. Está es una táctica sutil del enemigo para encerrar al alma en soledad y depresión. Todo lo que resiste a lo verdadero, es oponente; y el gran rival del verdadero amor, es la falsedad de las pasiones desordenadas, que hacen creer al ser humano que estas son lo único que debe ser satisfecho, pero que en realidad está llevando al caos de lo puro y santo, que es el matrimonio y la familia.
La fe tan necesaria en estos tiempos, está siendo bombardeada por el escepticismo y el razonamiento de una sociedad atrapada por la tecnología que cada vez quiere hacerle creer al hombre que es autosuficiente e independiente del que lo creo.
Sin embargo, sin la fe en lo verdadero, no se puede llegar al destino y al plan que Dios quiere llevarlos. Sin ella no se le puede hablar a la montaña que mengue y a las nubes de tormenta que se corran de nuestras vidas.
Cuando se ha querido cambiar la esencia de lo que es la fe por palabras motivadoras como: “tocarás tu sueños, serás millonario, lograras todo por la fuerza de tu capacidad y con tu mente positiva”, controlaras el destino. Las Emprendedoras, conocen la verdadera esencia de cambiar lo negativo en victoria con el arma de la fe, pero por el poder del Nombre de Jesucristo; Nombre en el cual las tinieblas tiemblan y obedecen.
Hoy es vital la esperanza, que nos lleva a creer que lo que dijo Cristo (El verdadero) se cumplirá. La incertidumbre, la incredulidad, la sospecha y la duda, son los dardos lanzados a la mente del ser humano para que este no tome la verdadera esperanza divina; pero no la ilusoria creada por nuestra imaginación, sino la que proviene de la verdad del Espíritu de Dios a nuestros corazones.
La palabra esperanza es más amplia de lo que imaginamos y significa: sentido de expectación, confianza, certeza sólida; es una extensión de la fe. La fe es la posesión presente de la gracia; la esperanza es la confianza en el cumplimiento futuro de la gracia. La gracia es el regalo del AMOR.
Haz todo lo que el Señor te ponga a tu alcance, y te sentirás realizada y llena dentro de tu interior.
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